Seguramente los desafíos que plantea la profesión en la actualidad son distintos a los de 20 o 30 años atrás. Y algunas de las actrices consultadas se encargaron de pasar en limpio esta realidad; así fue como fueron desgranando las múltiples actividades que deben cumplir, aclarando que no sólo lo hacen por amor al arte, porque también reclaman poder vivir de su profesión.
LA GACETA reunió a un grupo de actrices de diferentes generaciones y dialogó con ellas sobre sus problemáticas.
"Ser actriz, para mí, es parte de mi trabajo como artista independiente, investigar, formar y formarme, producir y gestionar y sostener un espacio independiente como Fuera de Foco; es un desafío que muchas veces me pone en crisis", reconoce Sandra Pérez Luna. Algo similar le ocurre a Viviana Perea: "no sólo significa subirse a un escenario a representar un personaje, sino muchas otras tareas. Coordinar ensayos, ocuparse del vestuario y la escenografía, promocionar tu obra y difundirla son muchas de las otras tareas de las cuales una actriz del teatro independiente debe encargarse".
Según Noé Andrade, una actriz debe saber actuar, bailar y cantar. "Pero además, un actor/actriz debe estar capacitado para afrontar cuestiones técnicas también; por ejemplo, saber de qué se trata una planta de luces, en qué consiste un spot y sus variantes; saber manejar una consola, un martillo, una escalera y todo lo referente al área técnica".
"Tampoco se puede desconocer lo relativo a la construcción de elementos escenográficos, vestuario, maquillaje. Y además, un actor no debe estar ajeno, aunque el tema no le interese, al campo de la gestión y de la producción", advierte Andrade.
Desde un punto de vista más general, Rosita Ávila reflexiona: "los cambios sociales y económicos en el mundo tienen una implicancia enorme en la decisión de ser actor. Ya el hecho de la distancia entre escenario y espectador es un espacio muy grande para que los actores usen sus dones y pueda producirse la debida catarsis en el espectador, que lo pedían los griegos".
"En realidad, creo que lo que implica un desafío es mantenerse en el medio, porque Tucumán, a pesar de ser una provincia chica, tiene una oferta cultural importante. Dedicarse al teatro independiente implica un costo alto para la vida personal. Creo que si no se puede enamorar, conmover, o hacer reír a los espectadores, no se puede ser actor", apunta Jackie Anastasio Salas.
Vivir otras vidas
Liliana Juárez trabaja en la administración pública y cuenta que para ella significa un gran esfuerzo: "salgo de la oficina corriendo a un ensayo, o hay fines de semana en los que me toca actuar en dos obras. Una termina muy cansada y se pregunta si vale la pena; y me respondo siempre, porque soy muy soñadora, que un artista -como dijo Van Gogh- es alguien que quiere derribar una pared con una cuchara. El artista nunca decae porque sabe que el amor, el placer y la felicidad son lo más importante del mundo. Ser actriz es haber encontrado la felicidad".
"Es una carrera que no tiene techo, y creo que eso es lo que la hace más interesante. Poder vivir otras vidas, afrontar constantes desafíos. Me gusta ir cambiando. Siempre me inclino por los papeles en los que siento que me juego algo, roles que tocan otras cuerdas. El ser humano sigue preguntándose cosas de la condición humana y en el teatro de algún modo se abre la posibilidad de este diálogo con el alma de uno y de todos", piensa Manina Aguirre, quien comenzó la carrera a los 51 años.
Huerto Rojas Paz relata que desde que comenzó a hacer teatro nunca dejó de realizar una búsqueda de la producción escénica de forma independiente. "Nunca pensé que me encontraría con un territorio tan hostil y difícil de transitar -indicó-. Ser actriz y trabajar en la producción escénica de manera independiente hoy, ese es el gran desafío. Mi vínculo con el arte se inicia desde las artes plásticas, y fue desde la práctica teatral, de mi quehacer como actriz y directora, que comencé a relacionarme con otras disciplinas artísticas como la fotografía, la música, la danza, el cine y la literatura, e incluso con otras ramas de las artes escénicas como ser el teatro-danza. En un mundo donde los límites se desdibujan, donde la hibridez gana terreno, es imposible mantenerse al margen, y seguir intentando sostener rótulos o títulos que sólo sirven para encasillar y dividir. Me interesa el arte en general, como lugar desde el cual percibir y abordar la realidad, como medio de expresión y comunicación".
Eloísa Martínez Romero apoya la idea de que se trata de un desafío. "Es un camino desconocido donde uno tiene la certeza de cómo empieza sin saber donde nos conduce o cómo terminará, dónde nos llevará -apuntó-. Una actriz debe formarse, preparase día a día, leer, escuchar, tener la sensibilidad suficiente para entender lo que nos piden y dar todo de sí".